Habitualmente hablamos de lombrices intestinales, pero en realidad estamos hablando de una infección intestinal provocada por un gusano parasitario u oxiuro llamado Enterobirus vermicularis. En los niños en edad escolar y preescolar (5-13 años), así como en sus familiares más cercanos, es especialmente frecuente la aparición de lombrices. El ser humano es el único huésped de este parásito, que tiene una distribución universal y es altamente contagioso.
Tenemos que recordar que un parásito es un organismo que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y pudiéndole ocasionar importantes daños, sin aportarle ningún beneficio.
En concreto, lo que sucede con las lombrices es que, tras entrar en el sistema digestivo por la boca, los huevos del oxiuro eclosionan en el intestino delgado y las larvas continúan avanzando y madurando en su camino hacia el intestino grueso. Allí, se transforman en adultos y se aposentan como parásitos, con las cabezas adheridas a las paredes internas del intestino. Las hembras se desplazan desde esta zona hasta el recto y el ano, habitualmente por la noche, donde ponen sus huevos, que se adhieren a los bordes del ano y a la piel que lo rodea. Este hecho es el desencadenante de los picores en dicha zona. Cuando una persona se rasca, los huevos microscópicos se transfieren a sus dedos. Estos dedos contaminados, pueden llevar los huevos otra vez a la boca, desde donde vuelven a entrar en el organismo, o bien permanecer sobre diferentes superficies (sábanas, toallas, juguetes, mesas, alimentos, arena del parque, etc.), donde pueden vivir de 2 a 3 semanas y provocar la infección de otras personas.
Los principales síntomas para reconocer la infección por oxiuro son:
- Picor o prurito alrededor del ano. En ocasiones, en las niñas, se puede extender a los genitales y provocar irritación vaginal.
- Sueño inquieto, irritabilidad y despertares durante la noche.
- Erosiones en la piel, provocadas por el rascado de la zona.
- Dolor abdominal, vómitos, náuseas y diarrea si el intestino está infestado de una cantidad de lombrices elevada.
- A esta infestación también se le han atribuido alteraciones emocionales, anorexia y pérdida de peso.
- En una amplia proporción, sobretodo en adultos, las infecciones suelen ser asintomáticas.
Para diagnosticar la oxiuriasis de forma definitiva podemos llevar a cabo:
- Una observación directa: en ocasiones, pueden verse las lombrices en el ano cuando el niño se despierta y rasca de manera compulsiva, a las 2-3 horas después de haber conciliado el sueño. También en las heces y en la ropa interior.
Las lombrices adultas son de color blanco, delgadas y pueden medir de 6-13 milímetros de largo.
- Test de Graham: consiste en aplicar una cinta adhesiva en la región perianal durante la noche o bien por la mañana antes de la higiene de la zona y antes de defecar. Posteriormente, esta cinta se examina al microscopio, donde se identifican los huevos y en ocasiones el propio parásito.
El tratamiento se realiza con un medicamento vía oral bajo prescripción médica, que se toma en una dosis única que luego se repite en una o dos semanas. Con ello conseguimos que las lombrices sean expulsadas a través de las evacuaciones. Habitualmente se aconseja el tratamiento de todos los miembros de la familia, ya que alguno de ellos puede ser portador sin tener síntomas.
¿Qué podemos hacer prevenir la infección por lombrices intestinales?
- Lavarnos las manos con frecuencia, sobre todo después de ir al baño y antes de comer. Usar agua caliente y jabón.
- Llevar las uñas de las manos cortas y limpias, así evitaremos que los huevos se alojen bajo ellas.
- No morderse las uñas.
- Evitar llevarse las manos a la cara.
- Mantener muy limpio el aseo: limpiar en profundidad retrete y lavabo con agua caliente y lejía.
- Si es posible, usar pijamas cerrados, así evitamos que si el niño se rasca, los huevos entren en contacto con sus manos.
- Ducharse por la mañana o, por lo menos, limpiar con agua y jabón la zona perianal, con el fin de eliminar gran cantidad de huevos.
- No sacudir la ropa de cama; conseguiremos así evitar que los huevos se desprendan y depositen en otras superficies.
- Lavar la ropa frecuentemente y a temperatura superior a 55ºC: ropa de cama, pijamas, ropa interior, toallas, etc. que hayan estado en contacto con el paciente.
- Tender la ropa al sol: los huevos son sensibles a la luz, además de no soportar temperaturas elevadas.
- Limpiar concienzudamente frutas y verduras: así prevenimos el riesgo de infección a través de este tipo de productos frescos que pueden haber sido contaminados por el riego con aguas fecales.